“Bueno, tengo varios proyectos... uno es con una cantante portuguesa increíble que se llama Sofia Ribeiro. Hicimos un CD juntos para el que hice todos los arreglos y la producción. Si quiere métase en mi página y le muestro un poco.”
“Wow está buenísimo, felicitaciones!”
“Me alegra mucho que le guste, lástima que no tengo un CD aquí para que lo pudiera oir todo”.
“Ah no fresco... más bien venga buscamos algún crack para bajarlo”.

Esta ecuación es realmente jodida: grabar sigue siendo carísimo, y hacerlo supone un esfuerzo mental y físico enorme. Sin embargo la música hoy en día está asumida como una especie de ganga perpetua, un regalo de la vida por el cual no hay que invertir un centavo. Cualquiera pensaría que la solución sería no lanzarse en la bancarrota que suele suponer grabar un disco, pero el problema es que si uno como músico compositor no graba entonces muy probablemente se estanque profesionalmente. Pero si uno graba y no recupera la plata muy probablemente tampoco pueda hacerle publicidad al CD que grabó, ni mucho menos pensar en hacer uno nuevo (con lo cual no sólo uno acaba estancado igualmente, sino quebrado!). El perro que se muerde la cola, y miles de cajas llenas de cientos de miles de CDs sin abrir en las bodegas de quienes nos animamos a lanzarnos en este absurdo.
Sé que hay muchísimas maneras diferentes de promover la música hoy en día, pero cuando uno está charlando con alguien que también tiene una profesión creativa y que le dice a uno en su cara que no se preocupe por traerle un CD porque él se lo va a crackear, es porque de verdad hemos llegado a una desconección absoluta entre lo que es el proceso de grabar musica y el oyente (que además resulta para quienes estamos metidos en esto en un inevitable impulso de tirar la toalla).
Pero como obviamente quienes hacemos esto probablemente lo último que vamos a hacer es tirar la toalla, queda al menos la idea de educar a algunos sobre cómo detrás de cada canción que oyen hay un esfuerzo enorme de alguien que quizo traer esa música al mundo a pesar de tener todas las de perder. Así que nada, si entre sus aficiones musicales tienen uno que otro músico independiente, y quieren que puedan seguir haciendo discos, por favor gástense los diez dolaritos que vale el CD (y si se lo van a ‘crackear’, al menos procuren disimular un poco!).