jueves, 9 de julio de 2015

Semana 1

Semana 1 (Julio 6-12)

Proyecto canciones

Me pasé la tarde del martes intentando componer algo. No sé si fue por los 10 kilómetros que corrí por la mañana o por el calor durísimo que hizo toda la tarde, pero me estuve quedando dormido todo el tiempo en el escritorio mientras intentaba escribir alguna letra que me gustara. Estuve trabajando sobre una melodía que había hecho el sábado, ya que con el ensayo programado que tenía al día siguiente no tendría mucho tiempo para componer mucho más. Con mis amigos Andrés y Marcelo decidimos agendar un ensayo incluso antes de tener nada de música escrita; siguiendo la idea de que a veces son los famosos “deadlines” los que hacen que uno deje de posponer el trabajo pendiente.

La tarde fue bastante frustrante, el tema de quedarme dormido constantemente hizo que acabara siendo muy improductiva, así que le escribí un mensaje a Marcelo y Andrés cancelando el ensayo del día siguiente. Me escribieron de vuelta negándose a hacer tal cosa, con lo cual no me quedó otra que hacer una partitura sencilla para no llegar sin nada al ensayo. Llegué un poco desanimado al ensayo, pero estuvo bueno haberles hecho caso y no cancelarlo: definitivamente la mejor manera de moverse hacia adelante es haciendo cosas y no intentando resolver todo desde el plano teórico. Estuvimos ensayando unos 45 minutos, y la verdad es que la canción tiene bastante potencial y quedó aún mejor con un par de cambios armónicos que sugirió Andrés. Tener a músicos como Andrés y Marcelo motivándome para que escriba cosas y agendando ensayos simplemente por el gusto de hacerlo es un lujo total; encima todo lo que tocan siempre suena increíblemente bien. Mi otra amiga Magda estaba también en la casa de Marcelo, y al final nos quedamos charlando un poco acerca de este oficio de hacer música. Quedamos en reunirnos la próxima semana para charlar acerca de cómo podría arrancar con este proyecto de canciones. A Magda la admiro muchísimo (cada día más, de hecho), y tener la opinión y los oídos externos de alguien como ella (que además me conoce muy bien), seguro me va a dar muchas luces. La verdad es que tener a musicazos como Marcelo, Andrés y Magda apoyándome para sacar estos proyectos adelante es un privilegio impresionante.

Estoy pensando que quizá esta vez no quisiera tener el piano como centro de todo. Tal vez puede ser incluso una liberación no estar tan amarrado al piano en este proyecto.

Proyecto Big Band

El lunes trabajé toda la tarde terminando la corrección de mi composición para big band “Reloj de pared” que había comenzado a revisar en abril del año pasado. Esta, al igual que otras tres de las composiciones que quisiera grabar y volver a montar, las escribí cuando todavía estaba en Berklee hace ya más de 7 años.  Me gustan mucho, pero siempre sentí que la orquestación que hice en su momento no estaba muy pulida y que tenía que corregir muchas cosas. El problema es animarse a sacar tiempo para esta tarea titánica: corregir solo un par de compases de big band es un dolor de cabeza; son como 19 partes que hay que arreglar (una para cada músico), y avanzar tan solo 8 compases a veces me puede llevar horas. Escuché lo que había alcanzado a trabajar el año pasado después de no haberlo vuelto a oir, y la verdad me gustó mucho y sentí que valió la pena haberme clavado en eso durante ese tiempo; aparte volví a acercarme a la música y a entusiasmarme con la idea de tener a músicos leyendo estas notas. Saqué un cuaderno de música que me había comprado Sofia hace unos días (otra persona muy especial que me hace muchísima fuerza para que avance con mis proyectos) y trabajé un rato comenzando a escribir un nuevo final para el tema; el que escribí en el 2007 fue medio a la carrera por la fecha de entrega que tenía, y nunca me acabó de dejar 100% contento. Avancé algunos compases, y espero en un par de sentadas más terminarlo para poder proceder a arreglar las parte del piano, guitarra, bajo y batería, para luego añadir todos los detalles de tempo, articulación y dinámicas y seguir a la siguiente composición.

Y para no dejar la parte logística para el final, ya comencé a buscar los músicos. Le escribí a un amigo músico pianista que no veo hace años, y me respondió diciéndome que le encantaría hacerlo. Lo siguiente será encontrar la manera de conseguir un lugar de ensayo, encontrar el resto de los músicos, y agendar un ensayo para septiembre u octubre intentando resolver el rompecabezas que supone tener 19 agendas que coordinar. Tener una fecha de ensayo me va a ayudar mucho a organizarme y sentir que tengo que cumplir con el trabajo a tiempo, y me va a obligar a seguir corrigiendo las partituras y decidiendo el resto del repertorio. A ver si al primer ensayo ya tengo al menos 3 piezas revisadas y listas para sonar!

A paso de tortuga, pero ahí va.





miércoles, 8 de julio de 2015

Arrancando dos nuevos proyectos: canciones y música para big band

En medio de la eterna duda acerca de qué proyecto arrancar, finalmente decidí comenzar con dos específicos para no seguir patinando eternamente en lo mismo: un disco con canciones mías y otro con mi música para big band. Pienso que aprovechando que estoy comenzando prácticamente de ceros con todo esto podría ser interesante compartir algo del proceso creativo a medida que vaya avanzando; quizá para que algún curioso afuera de la música entienda un poco más cómo surgen este tipo de procesos, o para quienes les gusta lo que hago y quieran seguir el proceso más de cerca, o simplemente para presionarme a mí mismo y obligarme a sacar adelante estos dos proyectos hasta el final. A veces quienes estamos en este oficio creativo nos perdemos en el mundo de las ideas, y la duda acerca de cómo va a ser nuestro próximo proyecto muchas veces se termina convirtiendo en el principal obstáculo para concretarlo y traerlo al mundo. Así que bueno, por ahora ya escribiendo esto me estoy “amarrando la soga al cuello”; sí o sí tendré que hacer algo (bonito, feo, aburrido, emocionante, no importa: ALGO).

miércoles, 22 de abril de 2015

La historia de las cosas

Siendo hoy el “día de la Tierra” les comparto un video que ví hace ya varios años y que (junto con otras cosas) me cambió mi manera de percibir nuestro caótico sistema consumista. Creo que hasta que vi el video nunca había pensado en algo que hoy en día me resulta tremendamente obvio: la naturaleza funciona sobre un sistema “circular” en el que las cosas se renuevan constantemente, y en cambio dentro del sistema actual de consumo todo se basa en un sistema “lineal” en el cual se extrae de la Tierra todo lo que se puede sin pensar en su regreso. La Tierra es finita, pero ha funcionado a la perfección durante millones de años precisamente por su sistema circular; nuestra estúpida terquedad “lineal” es la que esta logrando destruir en tan solo un par de décadas lo que funcionó durante miles de millones.

Vivimos con la ilusión de que las cosas aparecen en los supermercados y desaparecen en la basura. Nunca vemos el proceso que traen los productos que compramos ni mucho menos a dónde van a parar cuando los tiramos, y como resultado de esta ilusión es que se ven cosas tan absurdas como lechugas empaquetadas en cajas de plástico en los supermercados: la lechuga tarda unos tres días antes de pudrirse, mientras la caja de plástico tardará unos 1000 años en descomponerse (lo más estúpuido es que muchas veces se acaba botando la lechuga con caja y todo, porque pasaron tres días y no se acordaron de comérsela).

En de muchas culturas indígenas existe el concepto del “pagamento”, dentro del cual se agradece, se rinde tributo y se bendicen los frutos de la “Madre Tierra” a través de ritos, siembras de árboles, etc. Nuestros cerebros consumistas no piensan en nada de esto, solo sacamos, sacamos y sacamos de la Tierra sin devolver absolutamente nada a cambio: un sistema lineal que es el que hace que haya un continente de plástico (del tamaño de Portugal, España y Francia juntos) flotando en el Pacífico, o que cada minuto se tale el equivalente a cinco canchas de fútbol profesionales de selva en el mundo (desde que comencé a escribir esto ya se habrán talado unas cincuenta!). No es tanto aprender a reciclar lo que hace falta, es aprender a dejar de consumir como si tuvieramos un planeta de repuesto!

Yo soy bastante pesimista con todo esto (y no es para menos, con la información que hay que tragarse a diario!), pero al menos quisiera pensar que se puede lograr una conciencia masiva para que todo no se vaya a la mierda a la velocidad a la que va. Tiene que haber un cambio enorme, que debe empezar por los hábitos de cada uno; a mí este video me dio muchas luces acerca de todo este tema, y pensando en un sistema circular aquí se los comparto de vuelta esperando que también haga pensar a alguien más por ahí.

Video en idioma original:




Video doblado al español:

domingo, 8 de marzo de 2015

Farewell Spotify

Ayer me tomé un rato para sacar la música de mi disco “BBB” de Spotify y de las demás plataformas de streaming, algo que quería hacer hace rato pero a lo que nunca le había sacado tiempo. Demasiados ceros tanto a la izquierda como a la derecha de la coma me parecen igual de absurdos a la hora de valorar una pieza musical; que un tema produzca 1000000 de dólares es tan surreal como que produzca 0,0000001 (eso sí, dudo que estuviera escribiendo este post si fuera parte del equipo de los ceros a la izquierda! Aunque un segundo, tampoco es que quiera ser un cero a la izquierda... bfff qué confusión). 

Realmente pocos saben del trabajo que hay detrás de un disco, y en este momento que estoy sumergido trabajando en el segundo álbum de Sofia Ribeiro y estoy viviendo nuevamente este proceso fascinante pero laborioso e interminable, puedo afirmar con toda convicción que es un completo sinsentido simplemente entregarle el trabajo final a plataformas como Spotify únicamente con el pretexto de tener más difusión. Así que bueno, en plan de compartir la música preferí subir varios de los temas del disco a mi canal de Youtube (cinco años después, pero más vale tarde que nunca) y a mi página web, donde al menos puedo dar los créditos a los músicos e ingenieros que trabajaron en el disco, además de ser participe de algunos comentarios de la gente y de poder compartir otros de mis trabajos musicales (desde luego también lo seguiré vendiendo en conciertos, y a través de Cd Baby y iTunes).

Ya lo dijo Bjork hace un par de días: “It's not about the money, it's about respect”. Y como me cansé de que Spotify me trate como a un vil ‘cero a la derecha’ me despido con las sabias palabras de Les Luthiers: ...“Nos queda su recuerdo, y aunque debamos dejarla por un tiempo y decirle adiós, guardamos en el alma el íntimo deseo de no volver nunca”.

Aprovecho para compartirles tres temas del disco y para darles las gracias por tomarse el tiempo de leer y de escuchar mi trabajo!








jueves, 5 de marzo de 2015

Buona será su madre

Era marzo del año 2009, y para ese entonces mi amigo Marcelo tenía todos los martes un ‘gig’ en un restaurante que se llamaba “Buona Sera” en Union Square. Como tocar percusión durante tres horas podía ser muy extraño sin tener ningún instrumento más, Marcelo siempre iba con un invitado, y algunas veces fui yo a tocar el piano con él. Era muy poca plata para tres horas seguidas, pero los dos estábamos comenzando en Nueva York y la comida era muy buena (aunque solo podíamos escoger entre dos platos). La verdad es que nos divertíamos tocando, y Marcelo siempre encontraba una manera musical e ingeniosa de hacer parte de la percusión al tarro donde la gente nos dejaba ‘tips’; cosa que hacía que de vez en cuando alguien se percatara de su existencia y nos dejara algún billete extra para equilibrar un poco el mal pago del lugar. En abril Marcelo se fue a Argentina por un mes, y nos dejó a mí y a mi amigo bajista Andrés Rotmistrovsky para que lo cubriéramos durante ese tiempo en su particular gig de los martes.

Llegamos con Andrés ese martes puntuales a las 6pm, y ya el dueño nos recibió con un aire muy extraño. “Play something people know”, nos dijo algo desafiante con su tono marcadísimamente italiano. “Claro”, le dije con buena onda. “Si alguien le pide una canción en especial díganos, y si la sabemos con gusto la tocamos”. Ya la cosa no había comenzado muy bien con la mala onda del italiano gigante, y tampoco mejoró mucho cuando me di cuenta que habían movido el piano de lugar, y que en vez de dejarlo contra alguna pared (precisamente era un piano vertical, también conocido como “PIANO DE PARED”) lo habían dejado en medio del restaurante. Andrés conectó su bajo y comenzamos con un tema conocido de Jobim, “So Danço Samba”. Terminamos y después de un tímido aplauso de una de las mesas cercanas convesamos un poco y seguimos con lo único que se nos ocurrió que quizá podia conocer la gente: “When I’m sixty four” de Los Beatles.

Es verdad, yo nunca había tocado la melodía y seguramente habré cometido algún errorcito. Pero tengo que decir que se hacía todavía más difícil tocar bien por el hecho de que la tecla del Do justo del centro del piano se quedaba pegada cada vez que la tocaba (lo que hacía que tuviera que encontrar la manera de volver a levantarla mientras seguíamos tocando), y de que tocar el registro medio y agudo del piano era más similar al chillido de un gato después de haber sido accidentalmente pisado por alguien que al de un piano (o en otras palabras, estaba demasiado desafinado). Sea como sea, ni bien habíamos parado de tocar cuando el dueño comenzó a gritar como un loco desde el bar (al otro lado del restaurante).

“Ok!!!! Enough!!!! I don’t like it, you are done!!!!”, gritaba enfurecido en medio de las miradas extrañadas de la gente que estaba comiendo.


Nos llevó un rato entender qué carajos estaba pasando y captar que el tipo estaba gritándonos a nosotros. Atónito y un poco nervioso me levanté a intentar razonar con el tipo, que no hizo más que decirme que “le parecía el colmo” y que “dónde mierda creíamos que estábamos”, al tiempo que me recriminaba que nadie nunca se había quejado del piano y que nadie lo había tocado peor que yo (fue lo que me dijo cuando le comenté que el piano estaba en pésimas condiciones).  
Empacamos nuestras cosas y nos fuimos con una sensación de humillación muy desagradable, y tuve que contenerme por no darle un buen portazo a la puerta de vidrio del restaurante (no quería tener al italiano gigante ni llamando a la policía ni persiguiéndome por Union Square con un bate).

Duré un par de días bastante desanimado y frustrado. Y aunque algunas veces fantaseé con la idea de pasarme por el restaurante nuevamente y dejarle algún grafiti en la pared o romperle algún vidrio, a la larga entendí que todo el episodio me sirvió mucho para entender lo importante que era para mí la música y lo poco que me interesaba prestársela a situaciones tan desagradables como esa. Jamás volví a pasar por ahí hasta la semana pasada, cuando mientras caminaba con mi amigo Mario Chamorro tuve una extraña sensación de familiaridad con un lugar y capté de pronto que estaba pasando por en frente al antiguo “Buona Sera”; en su lugar hoy en día hay un restaurante llamado “Tortaría” con luces de colores donde no se ve el piano por ninguna parte, ni el italiano mala onda. Curiosamente no sentí ganas de grafitear la pared ni de romper ningún vidrio, y con toda la calma le conté a Mario el episodio sin mucho detalle como una anécdota suelta y sin mayor importancia. Los lugares guardan infinidad de historias que quedan atrapadas en la memoria de algunos pocos; esta nos quedó a esta esquina neoyorquina, a Andrés y a mí.

pd: Marcelo no volvió a retomar el gig cuando volvió a Nueva York, ni tampoco llamó al tipo para avisarle. Desde luego no es lo mismo que un buen portazo, pero algo es algo. 
pd2: Si alguien conoce al antiguo dueño de “Buona Sera”, denle saludes mías




















viernes, 5 de diciembre de 2014

De los pequeños colectivos y el anonimato masivo

Quizá el único contacto que tuve con una entidad fuerte dentro de la industria de la música fue cuando produje y arreglé un Cd para una disquera muy reconocida, hace algunos años. Fue un aprendizaje enorme y una experiencia muy valiosa; era la primera vez que producía un disco (diferente al mío), y la primera vez que me veía involucrado en un proyecto tan grande. El proceso fue muy emocionante y desgastante a la vez, y al final de un mes y medio de trabajo intensísimo teníamos un disco con el que estábamos muy felices.

El disco resultó ser un éxito total, y tras su su lanzamiento el aprendizaje continuó vivo e intenso para mí incluso ya habiendo cumplido con mi trabajo. Quizá tanto por mi inocencia como por mi precaria situación económica del momento, sumado a una buena dósis de ego personal que reclamaba algo de crédito dentro de un trabajo que sentía como muy propio, me costó ver triunfar a través de la vitrina el trabajo que habíamos realizado y con el que estaba tan involucrado emocionalmente.

“A nadie le interesa saber quien es el productor o el arreglista, si no es famoso”, fue la respuesta que recibí varias veces.

En su momento la respuesta me parecía tan confusa como hoy en día. Desde luego, entiendo que sería un absurdo pretender hablar en cada entrevista o artículo acerca de toda la gente que hace posible que un trabajo musical salga adelante, pero de ahí a no mencionar a nadie en ninguna plataforma,  únicamente por la excusa de que a la gente “no le interesa”, hoy por hoy me sigue pareciendo absurdo.

Esta tarde, varios años después, vinieron a mi casa una mujer muy querida con su novio chileno, a comprarme mi Cd “BBB”, el de Sofia Ribeiro “Ar”, “Yerakina” de Banda Magda y “Este instante” de Marta Gómez. Conversando un rato con ella, me contó que me había conocido por el video de “Qué difícil es hablar el español”, y que luego por mí había conocido a Sofia, Magda, Marta y otros de los músicos con quienes suelo trabajar, y que estaba encantada con el trabajo de todos. Ayer vino otra persona y me compró los dos Cds de Banda Magda (porque ya tenía todos los demás!), y además de animarme mucho a sacar un nuevo disco mío, me dijo que esta ansiosa por que salga el nuevo Cd de Sofia, el de mi hermano Nicolás, y el de Marcelo Woloski. Mañana y toda la semana seguirá viniendo gente a comprarme algunos de los Cds que estoy vendiendo (entre los cuales figuran tres de amigos míos); no hizo falta nada más que un post en facebook anunciando que los estaba vendiendo porque ya muchos conocían la música muy bien .

Cada vez con más frecuencia me pasa que se me acerca gente en los conciertos a decirme que conocieron mi trabajo a través de alguien más, o que al revés a través mío supieron de la música de otros... y ahí poco a poco me da la sensación que ha ido creciendo este entramado de músicos independientes del cual formo parte, donde desde un lugar de admiración mutua y desinteresada nos estamos ayudando todos con todos, movidos siempre por una fuertísima convicción de que el mundo tendría que conocer el trabajo de nuestros amigos y colegas por ser excepcional y único. Saber que a través mío alguien conoció el trabajo de algunos de mis amigos para mí es una alegría enorme, y estoy seguro que lo mismo sienten ellos.

Así que bueno, si bien es verdad que mi trabajo no figura dentro de los medios de comunicación masivos y que mi “mercado” es ínfimo al lado del que pueden manejar las grandes disqueras, el hecho de que en cada concierto se me acerquen varias personas y me hablen del trabajo de mis colegas es una demostración de varias cosas: que la industria falla en arropar a todo el mundo dentro del mismo manto, y que la gente esta mucho más abierta para alejarse de las fórmulas convencionales de lo que los medios estarían dispuestos a arriesgarse a aceptar (y esto aplica para la música en sí, pero eso ya es tema para otro escrito).

Por mi parte, me alegra mucho no tener que pedirle permiso a nadie para hablar del trabajo de nadie, ni haber tenido que oir nuevamente la estúpida frase: olvídate, la gente no quiere saber de tí si no eres famoso. 






Maramargo

Tengo una imagen muy dura de un paseo a la costa de Colombia que hicimos con mi familia cuando yo era niño. Un día estábamos paseando por una playa cerca a la zona de Coveñas, y vimos a dos pescadores sacando una atarraya del mar llena de peces y montones de otras especies que quedaron atrapadas en la red. Los dos pescadores agarraron los peces que les servían y los metieron en unos baldes grandes, y recuerdo que me impresionó que no solo no devolvieron al agua los pescados más pequeñitos que no les servían, sino que agarraron una raya enorme y muy linda, la cortaron por la mitad con un machete y la tiraron de nuevo al mar por mera y cruel diversión.

Es un tormento saber que soy parte de este cáncer terminal que invadió a nuestro planeta, y aunque procuro mantener todo lo que escribo por este medio relacionado a mi entorno profesional de la música, alejado del pesimismo inevitable que me produce a diario el ser testigo del tristísimo deterioro de nuestra casa, este video me removió las tripas y me tiene despierto a la 2am escribiendo esto. Creo que hacer oídos sordos a todo lo que pasa y vemos dentro y fuera del cibermundo ya no puede ser una opción para mí ni para nadie,.. yo personalmente me siento un poco más tranquilo en la medida en la que me puedo ir desenmarcando dentro de mis limitadas posibilidades de este sistema destructivo y absurdo en el que estamos metidos, y creo que si todos cambiáramos al menos un poco algunos de nuestros hábitos, podríamos hacer que esto nos durara un poco más.

Me consuela a veces pensar que durante millones y millones de años fue un lugar hermoso y sano y que tuvo una vida feliz, y que desafortunadamente me tocó conocerlo ya muy enfermo; leía el otro día que si pensáramos que la Tierra tiene 46 años (en vez de 46 billones), proporcionalmente de todo ese tiempo la humanidad solo ha estado aquí 4 horas, y en el último minuto es en el que prácticamente hemos arrazado con todo.

Por el momento, le voy a bajar definitivamente al pescado también. 



domingo, 10 de agosto de 2014

View Fee Free

En una de mis primeras visitas a Nueva York me encontré una noche con dos buenas amigas de la infancia. Dando una vuelta por Times Square me acuerdo que subimos a un hotel altísimo con un restaurante giratorio en el último piso, únicamente intentando asomarnos al ventanal (imaginábamos que los precios serían completamente impagables arriba, y desde luego no estaba en nuestros planes gastar nada que un estudiante sin un peso como nosotros podría permitirse). Al llegar arriba vimos que para poder acercarse a la ventana del restaurante había que consumir algo, con lo cual los tres dimos vuelta y regresamos al ascensor. Por pura curiosidad eché un vistazo a la carta pegada a la pared antes de bajar nuevamente a la calle, y para sorpresa mía vi que había una cerveza que costaba algo así como 15 dólares. “Estamos aquí con dos amigas de la infancia, así que qué carajos”, dije. “Gastemos 15 dólares cada uno y sentémonos un ratito a celebrar con esta vista giratoria de más de 50 pisos”. Animados nos sentamos y conversamos un rato largo mientras disfrutamos de una carísima pero meritoria cerveza, y por supuesto de una vista impresionante y un muy emotivo reencuentro. Palidecí cuando a la hora nos llegó una cuenta por alrededor de 100 dólares, y cuando ya me disponía a levantarme a protestar por semejante error en la factura (y que además atentaba duramente contra mi frágil economía), vi al final del recibo, abajo del precio de nuestras cervezas y los debidos impuestos, un número con el que no contábamos y que a los tres nos pateó en nuestra insolente inocencia: había un “View Fee” (o en español, un precio por la vista), que costaba 50 dólares.

Hoy me tomé una cerveza con unos deliciosos “tremoços” ante el imponente río Douro (Portugal) en compañía de Sofia Ribeiro. El “view fee” aquí me habría costado una fortuna, pero o se olvidaron de cobrarlo o en Times Square patentaron el concepto y aquí no lo pudieron implementar. Sea como sea, al final pagué solo dos euros.

Salud por las vistas “View Fee Free”!









lunes, 21 de julio de 2014

“Sueños de traductor”

La semana pasada estuve en cine viendo una película que relata la vida de algunos refugiados y guerrilleros palestinos en los años setenta, y de cómo transcurren sus días en medio de algún lugar remoto entre el monte y el desierto. La película es muy sugerente, y me parece que invita al espectador a entrar por un momento en la monotonía y el absurdo de la situación en la que vive esta gente con un futuro tan difuso e incierto por delante. El título de la película es igual de sugerente, y abre la película llevando a la audiencia a pasar unos días en ese mundo trágico como un observador más.  “When I saw you”, se llama.

Al parecer al traductor al español no le pareció que “Cuando te vi” funcionaría como título, así que decidió ponerle uno diferente: “Sueños de libertad”.

Absurdo, ridículo, insólito.

Primero porque ya hay varias películas con esa traducción:  “Shawshank Redemption” (1994) de Frank Darabont, “The Immigrant” (2014) de James Grey, “Their eyes were watching God” (2005) de Darnell Martin, y quien sabe cuántas más, tienen en común que en español se llaman igual.

-“Te invito a ver ‘Sueños de libertad’.
-“Ay qué lindo, gracias! Cual de todas?”
-“No, no, no... sorpresa, sorpresa!”


Segundo, porque cómo es que pasan de un título tan ambiguo como “When I saw you” a uno tan explícito, cursi y gastado como “Sueños de libertad”? Apostaría a que encima es algo que el director nunca aprobaría!

-Steven, nos parece que “Jurassic Park” tal vez no venda mucho en nuestro país. Qué te parece si mejor le ponemos algo como “Corre, es el terrible Tiranosaurio!!!”?

Para nadie es un misterio que hay ocasiones en las que no queda más remedio que modificar el título original de la película por uno diferente al cambiar de idioma- algunas veces por ser estos expresiones típicas de la otra lengua, por involucrar juegos de palabras sin traducción literal posible, o simplemente porque sonoramente quedan muy mal. Sin embargo me parece un abuso y un atropello al criterio del director el cambiar el título original por cualquier payasada, pasando por encima del espíritu de la película y únicamente pensando en la manera de hacerla más comercial.

En fin, no queda más remedio que buscar en internet el nombre de la película original y hacer oidos sordos al nombre en cartelera. Por el momento solo cabe esperar que alguien le recuerde al genio que le puso “Sueños de libertad” a la película de Lamma Shoftak “When I saw you”, que ya hay montones de películas con ese mismo nombre y que no insista en confundir al pobre Google (y que de paso le sugiera ver las películas muchas más veces antes de cambiarles el título, a ver si logra captar mejor el espíritu de la narración!). O tal vez deberían dejar de decidir las traducciones a los títulos de las películas en medio de borracheras con amigos, y pasar a hacerlas el lunes por la mañana en horas de oficina cuando todavía reine la sobriedad y la cordura.

La lista es interminable, pero aquí les dejo algunos casos memorables que se me vienen a la cabeza en este momento, también victimas de este síndrome del traductor creativo.

“My Girl” (1991).
Traducida en Latinoamérica como “Mi primer beso”.
Me imagino que al responsable de ponerle ese título en español lo echaron del trabajo cuando salió la secuela “My Girl 2”! (“Mi primer beso 2” se habría llevado el premio al título más ridículo en la historia del cine. Y para completar en la secuela la niña ya no se da ningún beso!).

“L’Auberge espagnole” (2002)
Aunque su justa traducción habría sido “El albergue español”, alguien decidió traducirla genialmente a “Una casa de locos”. Y aunque cualquiera pensaría que es una película gringa hermana de “Una navidad de locos” o “Mi mico es un loco”, la realidad es que es una película española-franesa muy original acerca de un grupo de estudiantes Erasmus de diferentes países europeos que viven un año en un hostal en la ciudad de Barcelona.

“Child’s Play” (1991)
Traducida al español como “Chucky, el muñeco diabólico”.
Como si la audiencia fuera idiota, necesitan recordarle al público que el protagonista es un muñeco diabólico (y para evitar malentendidos dejan bien claro que además se llama Chucky). Menos mal no le pusieron a “Rain Man” (1988) “Raimundo, el hombre autista”.

“Pinocho” (1940)
Traducida al español como “Qué niñito más mentiroso”.
Por suerte alguien se opuso, y dejaron el título original.