domingo, 21 de julio de 2013

Jazz a les fosques

El otro aquí en Barcelona pasé por en frente de un teatro que me acordó de una simpática anécdota. Hace unos catorce años, al poco tiempo de haber llegado a vivir a esta ciudad con mi familia, salimos una noche con mi hermano Nicolás buscando algo que hacer. Encontramos en una revista que se llamaba ‘Qué fem?’, en la que estaba casi toda la programación cultural de la ciudad, algo que nos llamó mucho la atención. ‘Jazz a les fosques’ era el nombre de un concierto a trio de un pianista muy reconocido de la escena jazzística de Barcelona, junto a otros dos grandes músicos tocando contrabajo y batería.

Nos tomamos un café en la cafetería del lugar y entramos al teatro en cuanto abrieron las puertas. El ‘Teatre Nou’ fue un teatro pequeño y muy bonito que construyeron en 1901, y sólo entrar ya sentimos que habíamos acertado con el plan de la noche. Después de esperar un rato por fin salieron los músicos al escenario acompañados por un cálido aplauso de todos los que estábamos esperando, y el pianista salió con alguien que lo ayudó a sentarse frente al piano: era ciego.

Hubo silencio en la sala y comenzaron a tocar el primer tema. Mientras avanzaban las primeras notas se fue apagando la luz en un lento ‘fade’ que siguió hasta que quedamos completamente a oscuras. Me pareció un efecto increíble y mágico, y una manera muy original de comenzar el concierto.

Terminaron la primera canción, y pensé que en cualquier momento seguro encenderían las luces nuevamente. Arrancaron a tocar el segundo tema, pero seguíamos a oscuras. Seguía pensando que estaba buenísimo el efecto, pero no entendía muy bien por qué lo habían hecho durar tanto. El pianista hizo un solo increíble, y el no poder ver nada de lo que estaba haciendo me comenzó a poner un poco nervioso. “Hasta cuando van a tener las luces apagadas?” le pregunté a Nicolás, ya un poco molesto. Terminó la segunda canción y comenzó la tercera, y seguíamos sin poder ver absolutamente nada. “Qué absurdo esto! Qué carajos pasa? Porqué mierda no prenden la luz?!?!”, le comenté a Nicolás susurrando mientras tocaban un tema de jazz que me gustaba mucho. 

A mediados del tercer tema del concierto entendí que lo de las luces posiblemente no había sido un efecto, y que si no habían encendido las luces todavía probablemente no lo iban a hacer en lo que restaba de la presentación. Decidí relajarme, y olvidar la idea de quejarme y pedir que me devolvieran la plata, y de levantarme probablemente estrellándome con todos los que estaban al lado mío en la fila de sillas. El hecho de no tener ningún estímulo visual hizo que pudiera entrar en lo que estaba sonando de una manera muy profunda, y el concierto fue realmente increíble. Nicolás y yo salimos muy inspirados y con ganas de seguir estudiando y aprendiendo, al tiempo que habíamos podido compartir de una manera un poco más cercana la experiencia que el pianista debe tener durante cada concierto por ser ciego.

Al día siguiente le comentamos a un amigo catalán que habíamos estado en un concierto buenísimo. “Quién tocaba?”, nos preguntó. “Ignaci Terraza y su trio, un concierto que se llamaba ‘Jazz a les fosques’... Por cierto, qué quiere decir ‘a les fosques’?”

“A oscuras, o en la oscuridad”, respondió.


6 comentarios:

  1. Más profundo e íntimo que escuchar jazz a oscuras no creo que haya nada. Y así mismo lograron los dos vivir lo que vive el pianista cuando él escucha jazz. ¡Qué delicia de experiencia!

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    1. Si, fue muy especial la verdad! En realidad debería hacerse más a menudo, tener conciertos a oscuras.

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  2. que maravilla de relato!!!! seguramente los marcó... saludos

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  3. casi siempre que escucho un tema, sea Jazz, Bossa, Trova, me coloco mis audífonos y cierro mis ojos... aún en algún concierto en vivo lo hago.. para poder centrar mis sentidos en las notas... Imagino lo increíble que fue su experiencia.. gracias por compartirla... éxitos...

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